Carol (35) esboza una enorme sonrisa de felicidad y dice que ya “va para noveno”.

Carol es mamá de tres hijos, entre ellos Keyra (15), becada de nuestra Fundación. Cuando la Fundación lanzó una prueba piloto para Juntas al Bachi, hace 2 años, proporcionando libros de estudio a mamás con hijos/hijas en nuestro programa de becas, Carol se apuntó. Entre susto y esperanza. Estaban en una difícil situación: ella sin trabajo, y el esposo por un accidente que sufrió también sin posibilidad de trabajar.

El vínculo con Carol y  Keyra llegó a través de nuestra organización aliada FC Sauces. Keyra es muy buena en futbol, de hecho, actualmente entrena con el deportivo Saprissa. Al hablar de su hija, los ojos se llenan de orgullo. “Es muy alegre, deportiva y esforzada. Tiene una buena autoestima, pero no se siente ‘deliciosa’. Y sobre todo, tiene un corazón grande y es muy leal.”

Empezar a estudiar no fue fácil para Carol. “Yo fui mamá muy joven”, cuenta. “Mi hijo mayor ya tiene 20 años, a los 15 años no tuve apoyo de mi familia, que es muy tradicional, y tampoco del papá de mi hijo. Limpiaba casas para poder llevar a mi hijo al trabajo.

No pude terminar secundaria, pero la ambición no se había perdido, y con ambos manos agarró la oportunidad.  “Me dio temor primero, pero gané las primeras dos materias para las que me inscribí, seguí y ya tomé fuerzas”, dice con convicción.

Aparte de Kendall, de 20 años, y Keyra, de 15 años, también tiene a un bebé de 3 años. Por eso requiere poder estudiar cuando todas las demás tareas se lo permiten. Aparte del apoyo de la Fundación, Carol encontró a un profesor que da clases virtuales gratis. Una profesora le envió material de apoyo de inglés. La solidaridad tiene muchas caras.

Para pagar los exámenes, ella y Keyra se pusieron a hornear y vender. “Arroz con leche, panes, empanadas, galletas…”, sonríe, recordándolo. “Vendimos de todo.”

“48.000 colones es muy duro”, asevera. “Pero fuimos con los exámenes de dos en dos. Hacíamos una alcancia.” Matemática fue más duro, pero lo estudió junto con su hija, y su esposo se apuntó para apoyar y animarla.

Para Carol no hay duda. Los logros los deben al amor que se tienen en familia. Y también, un poco, a las empanadas.